Fascinante aventura desarrollada en la población de Alesanco (La Rioja). 3º Parte de la trilogía "Alesancadas".
lunes, 9 de junio de 2014
CAPÍTULO 21
Otro día más amaneció en el Cuartel de la Guardia Civil de Alesanco. El agente Pelé se despertó
pronto, últimamente le costaba mucho dormir. No dejaba de pensar en aquella mujer, y no sabía
por qué. Era una especie de pálpito, de corazonada. Después de desayunar, volvió a su
habitación y busco en internet el teléfono de Hermanos Cerdo, Pelé no estaba seguro de nada,
pero más valía la pena intentarlo. Cuando lo encontró, busco el número de la planta de Alesanco
y lo apuntó en su móvil. Para asegurarse también lo apunto en su pequeña agenda negra donde
tenía todos los contactos útiles. Guardo su agenda negra en el cajón de su mesilla al mismo
tiempo que marcaba el teléfono.
Se pasó más de 30 minutos hablando por teléfono, pero lo consiguió. Había quedado en realizar
una visita de rutina al complejo de Hermanos Cerdo esa misma mañana. Tampoco tenía nada
que hacer hasta la tarde. El inspector Aniceto llegaría de Madrid por la tarde y su compañero el
agente Melé se encontraba en Logroño, con la policía científica y la forense, tratando el tema
de la sustancia azul que habían encontrado el día anterior y el cadáver de Cesar, cerca de
Torrecilla. Con tanto trabajo el agente Melé no volvería por lo menos hasta la hora de comer,
así que decidió visitar por su cuenta y de manera extraoficial la empresa de Hermanos Cerdo, y
así podría preguntárselo directamente a la chica y zanjaría el tema de una vez por todas. Además
en cuanto el Inspector Aniceto llegase a Alesanco, no le iba a permitir hacer ninguna de esas
cosas.
El Cheetos llamo esa misma mañana a Richi. No le dio las gracias, pues todavía su voz sonaba un
poco mosqueada, pero al final quedaron. Richi consiguió quedar con El Cheetos para entregarle
el último cargamento de Haricotiza que habían fabricado, no tenían más en la casa la ermita.
Después de haber terminado de fabricar ese cargamento había pasado todo el asunto de
Eduardo. Richi había quedado el martes por la tarde detrás de la ermita, era un lugar seguro y
además después de lo ocurrido con Cesar, ya no podrían volver a quedar en el canal cerca de
Torrecilla, era demasiado peligroso. Una vez que vendiesen el cargamento a El Cheetos, ya
podrían volver a contactar con Mohamed y con Chin Lú para las provisiones de harina y tiza y
podrían volver a fabricar otra vez la Haricotiza. Al final todo se había solucionado a su favor.
Después de colgar al Cheetos, Richi les dijo a los demás vía Whatsapp las buenas noticias, todos
se pusieron muy contentos, María estaba un poco irascible ese día.
El agente Pelé vestido de calle, pero armado, salió al patio del cuartel. Mirando el aparcamiento
dudó, el complejo cárnico-industrial de Hermanos Cerdo estaba situado muy cerca del cuartel,
al otro lado de la carretera, pero no quería ir andando. El coche con el que habían venido de
Madrid era un coche de paisano, pero se lo había llevado el agente Melé a Logroño esa mañana.
Así que se dirigió hacia un coche patrulla de la guardia civil y se montó, como mucho iba a estar
fuera un par de horas. Las llaves estaban puestas y salió del cuartel, pero antes miró a la salida
si venían coches por uno y otro carril. Una vez en la carretera, puso dirección hacia Cañas,
dirección hacia la empresa Hermanos Cerdo.
Después de un duro y solitario viaje de por lo menos 3 ó 4 minutos llegó a la altura de la puerta
principal. Dando un volantazo salió de la carretera comarcal y penetró en la entrada del
complejo.
El complejo cárnico Hermanos Cerdo estaba situado en una gran explanada junto a la carretera
comarcal Alesanco-Canillas. Estaba situado en donde antes había habido una granja. Pero ahora
todo eso era pasado. La gran empresa Hermanos Cerdo, había comprado la granja y la había
derribado, construyendo dentro de la inmensa parcela un aparcamiento para visitas y operarios,
un gran edificio de oficinas y viviendas, un gran edificio que era la fábrica de embutidos y otro
tercero era el matadero, detrás estaban las granjas. El edificio que más sobresalía debido a su
altura era el de oficinas y viviendas, En su parte alta, a 15 plantas de alturas estaba el emblema
de la compañía.
Pelé acerco el coche a la gran puerta pintada de rojo con el emblema de la compañía y bajo la
ventilla. Cuando alargó el brazo hacia el timbre una voz preguntó:
-“ Si, que desea agente?.”- Dijo Una voz con acento latinoamericano desde el telefonillo.
-“ Hola, sí, soy el agente Pelé, tengo una cita programada ahora mismo.”- Exclamó Pelé.
La voz no dijo nada más. Primero un sonido de motor, y después empezaron a moverse la gran
puerta corredera. Pelé avanzó despacio con el coche y al atravesar la puerta principal vio que
había un par de cámaras justo encima, por eso no le había dado tiempo ni a tocar el timbre. En
ese sitio habían invertido mucha pasta.
Avanzó por el gran parking y acercó el coche hasta el edificio que había situado hacia la izquierda.
Justo enfrente de la puerta principal estaba situado un gran parking y a su izquierda estaba el
edificio de las oficinas. A su derecha había otro edificio en el que podía leerse en un gran cartel:
“Edificio Cárnico”. El edificio más alejado era el destinado al matadero y justo detrás de este
estaban las granjas.
El agente se bajó del coche y entró en el edificio más alto del complejo, el edificio de las Oficinas.
Tocó el timbre y enseguida la puerta se abrió. En el hall había un gran mostrador, nada más
entrar a la derecha. Una chica con la bata de Hermanos Cerdo, impoluta, estaba detrás de él.
-“Hola, buenos días. Soy el agente Pelé. Tenía una visita ahora.”- Dijo Pelé.
-“ Ah ok, con quien te gustaría hablar? Ahora nuestro director de complejo no está, está de
viaje.”- Dijo la chica amablemente.
-“No, no hace falta. Quisiera hablar con la jefa de producción, que he estado esta mañana
preguntando por ella.”- Dijo Pelé.
-“ Ah, vale, quiere hablar con Xenia Panchitez. Espero un momento, siéntese ahí que ahora
mismo la llamo.”- Dijo la chica.
El agente Pelé volvió la cabeza y al otro lado de la sala vio contra la pared un par de butacones
junto a una mesa que contenía revistas. Se dirigió ahí, se sentó y se dispuso a esperar. La chica
mientras tanto descolgaba un teléfono y marcaba una extensión.
La chica estuvo hablando unos dos minutos, desde esa distancia Pelé no consiguió oír con
claridad lo que estaban diciendo. Después la chica colgó el teléfono y entró por una puerta que
había detrás del mostrador. Poco después salió seguida por un chico mulato de grandes
dimensiones.
-“Xenia ahora mismo está muy ocupada, pero le puede hacer un hueco. Acompáñeme, que yo
le llevo hasta donde esta ella. Carlos tu quédate cubriéndome.”- Dijo la chica.
-“Perfecto.”- Dijo Pelé mientras seguía a la chica.
Salieron del hall del edificio de oficinas dejando dentro al chico mulato detrás del mostrador. El
agente Pelé seguía a la chica justo detrás, tenía buen culo. Atravesaron el parking, pasando junto
al coche patrulla en el que había venido Pelé, después entraron en otro gran edificio donde
ponía en un gran cartel matadero. La chica uso una llave magnética que llevaba en el bolsillo
para abrir la puerta principal. Entraron en un pequeño hall que se bifurcaba en dos pasillos, en
uno había unas escaleras al fondo y en el otro había un ascensor. La chica se paró en el hall.
-“Coja ese ascensor de ahí y baje a la planta -1. Ahí está Xenia. No hay perdida.”- Dijo la chica.
-“Ah vale, muchas gracias.”. Dijo Pelé.
La chica salió airosa por la puerta por donde habían entrado y Pelé se dirigió hacia el ascensor.
El agente Pelé llamo al ascensor, era un gran ascensor, parecía un montacargas. El ascensor
tardó poco en llegar. Una vez dentro el agente miró el tablón de mandos. Al parecer el edificio
tenía 8 plantas y dos sótanos, Pelé pulsó el -1 y el ascensor empezó a bajar.
El ascensor llegó al sótano -1 y abrió sus puertas. Allí estaba ella vestida con un buzo color añil
con el emblema de la compañía de Hermanos Cerdo sobre su bolsillo derecho. El buzo estaba
sucio y Xenia llevaba una gorra con el logo de la compañía.
-“Hola, usted debe ser el agente Pelé. Siento atenderle así, es que nos ha surgido un problema
de última hora y andamos muy liados.”- Dijo Xenia amablemente dándole la mano a Pelé
-“No se preocupe, no pasa…”- No termino de decir Pelé.
El walkie-talkie que Xenia llevaba en la mano izquierda empezó a pitar. Xenia apretó un botón
con el pulgar y contestó.
-“Si, comprobar el generador, y el motor 4, yo voy ahora a la trituradora B.”- Dijo Xenia.
Pelé la miraba, esa mujer cada vez le sonaba más.
-“Bueno usted dirá, pregúnteme lo que quiera. Acompáñeme.”- Dijo Xenia.
El agente Pelé siguió a Xenia por un largo pasillo mientras hacia las típicas preguntas de rutina.
-“¿Qué cargo desarrolla en esta empresa?”-
-“¿Cuánto tiempo lleva trabajando para ellos?”-
-“¿Vino a este país destinada por voluntad o porque se lo impusieron.”- Iba preguntando Pelé.
Xenia solo escuchaba mientas el agente Pelé le iba soltando esa baterías de preguntas por ese
largo pasillo del sótano.
Llegaron a una puerta metálica y entraron, la puerta se cerró sola. En esa habitación había una
gran picadora industrial. La picadora estaba situada en el centro de la habitación. Tenía una gran
tolva y debajo en el fondo, por debajo del nivel del suelo había unos grandes rodillos que servían
para triturar todo lo que caía ahí. A la izquierda de la habitación había una gran puerta que
estaba abierta. Dentro se apreciaba un montacargas con un contenedor industrial dentro. Esa
trituradora se usaba para deshacerse de todos los cadáveres de los animales muertos del
complejo, los que no eran comestibles ni aprovechables, era solo para residuos. El agente Pelé
se quedó mirándolo todo mientras que Xenia se acercaba a la picadora y abría un panel de
control que había en la pared.
-“ A ver, déjese de chorradas?, que coño quiere?”- Preguntó Xenia. El tono de la voz había
cambiado drásticamente.
-“El otro día la vi en la plaza y la reconocí, sé que la conozco de algo y no es algo precisamente
bueno.”- Dijo Pelé.
-“Ah sí, agente Pelé, pues puede ser, pero le aseguro que se equivoca. Yo no le había visto en mi
vida.”- Dijo Xenia dándose la vuelta.
Entonces como si un resorte se tratase el cerebro del agente Pelé encontró lo que buscaba, las
piezas encajaron. El agente Pelé sacó rápidamente la pistola y apuntó a Xenia Panchitez a la
cabeza.
-“Ahora, lo recuerdo todo, joder. No te muevas. Xenia Panchitez?, jaja. O debería decir Cristina
Paca Sánchez. Buscada por la Interpol. Buscada por colaborar con varios carteles en Caracas y
Bogotá. Asesinatos, robos, tráfico de drogas. Joder, no sé cómo no me había dado cuenta
antes.”- Dijo Pelé.
-“Vaya, hacía mucho tiempo que nadie me llamaba así, parece ser que por fin un policía hace
bien los deberes. Pero ya tarde. No deberías haber venido a aquí, ni a ver venido a por mí.”- Dijo
Xenia riéndose.
-“Estuve destinado en Venezuela un tiempo y tenía enfrente de mi mesa un cartel con su foto,
en los más buscados. Veía todos los días su cara, todos los días.”- Dijo Pelé.
-“Vaya, que considerado, nunca creí que alguien en este remoto pueblo me fuera a reconocer.
Se ha ganado usted un mini punto, sí señor.”- Dijo Xenia riéndose.
- “No sé, a qué coño ha venido a hacer aquí, pero ya ve que no puede escapar de la justicia
señorita Sánchez.”- Dijo Pelé mientras le seguía apuntando.
Xenia seguía de pie, inmóvil enfrente de Pelé que le apuntaba con su pistola. Xenia estaba
totalmente confiada y relajada, de hecho parecía como si todo eso le divirtiese.
-“Bueno, usted ahora mismo me va a acompañar al cuartel y esta empresa va a ser notificada de
inmediato de que entre sus trabajadoras había una fugitiva.”- Explicó Pelé.
-“Ya, ve, al final todos mentimos en el currículo.”- Exclamó Xenia.
-“Queda usted detenida.”- Dijo el agente Pelé.
-“Déjeme que me quite por lo menos la gorra.”- Dijo Xenia.
Xenia se quitó rápidamente la gorra y se la arrojo a Pelé en la cara. El agente Pelé retrocedió por
el imprevisto, apartándose la gorra con la mano en la que no llevaba el arma, y entonces Xenia
aprovecho para quitarle la pistola de una patada voladora. Después todo fue de mal a peor para
Pelé, Xenia era muy fuerte. Xenia se abalanzó sobre el agente y le pasó a ostias doblado,
emprendieron una gran pelea encarnizada a base de ostias por toda la habitación.
Xenia empezó a sangrar de la nariz, la cabeza le daba vueltas, pero seguía peleando como una
autentica fiera. El agente Pelé se había visto sorprendido con la vuelta que habían dado los
acontecimientos, pero una vez repuesto de la sorpresa ya peleaba con gran habilidad. La pelea
fue brutal y ruidosa, de hecho era muy raro que nadie del complejo hubiese hecho aparición por
allí para ver qué pasaba.
Siguieron peleando por el suelo hasta que finalmente Xenia empujo al agente Pelé hacia la
picadora y lo tiró en ella. Los huesos del agente Pelé chocaron con los rodillos de la picadora.
El agente se quedó tumbado encima de la picadora apagada, le dolían todos los huesos. Desde
arriba Xenia se acercó al cuadro de mandos de la máquina industrial.
-“Parece ser, que no va a salir usted con vida de aquí, agente Pelé.”- Dijo Xenia
-“Tarde o temprano usted pagara por esto, se lo aseguro.”- Exclamo entre dolores Pelé.
Lo último que el agente Pelé vio fue a Xenia accionando los mandos de la picadora. Después el
agente Pele, su ropa, su móvil y su busca desaparecieron en un amasijo de muerte. La gran sala
se inundó de olor a agente triturado.
Antes de parar la picadora, Xenia también arrojó la pistola del agente. Cuando la picadora se
detuvo, no había nada, solo el color rojo sangre impregnando los rodillos.
Esa tarde el mercedes AMG del Inspector Aniceto llegaba a Alesanco.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario