domingo, 22 de junio de 2014

CAPÍTULO 9


Las campanas de la iglesia de Alesanco tocaban a ritmo de las 12:00 del mediodía ese domingo.
A la 13:00 h habían quedado para salir a echar un vermut o 300 vinos. Richi salió a las 11:00, le
gustaba salir antes de tiempo para empezar a beber antes que los demás.

A la hora acordada salieron Natalia y María, que se encontraron con Eduardo y Richi cuando
entraron en el Leonor. Pidieron unos pichines y unos vinos y poco después llegó Alberto.
-“Joder, pues necesitamos otro sitio para hacer la Haricotiza.”- Dijo Alberto mientras pedía un
blanco, de la cooperativa.
Todos se miraron y recordaron todo lo que había pasado días atrás, que ahora parecía muy
lejano. Alberto tenía razón.
-“Tiene que ser un lugar alejado, donde no se nos vea ni oiga.”- Puntualizó Eduardo.
-“No puede ser ninguna de nuestras casas o propiedades, porque si no tarde o temprano nos
pillaran. Yo ya paso de más muertes ni daños colaterales, estoy cansada de esto.”- Dijo María.
-“Pues montamos el laboratorio en alguna granja o algo.”- Dijo Richi mientras se bebía el vino
de trago.
-“Ya está, montaremos el laboratorio de Haricotiza en la ermita. En la casa que hay al lado de la
ermita, donde vivía la monja antes. Es perfecta, tiene luz, está alejada y nadie se preocupa por
ella.”- Dijo Natalia triunfalmente.
-“Pero y como entramos, si reventamos la puerta, la gente que pase por ahí se dará cuenta.”-
Puntualizó Alberto.
-“Tienes razón, tenemos que robar la llave.”- Dijo Richi.
-“La llave la tiene el cura, tenemos que cogerla de la iglesia.”- Dijo Natalia.
Todos se miraron, Natalia tenía razón, había que robar la llave de la sacristía de la iglesia.
En ese instante entro por la puerta del bar Iker. Iker llegaba de pasar unos días en Sevilla y no
sabía nada de la película.
-“ Hola chavales, que hacéis?”- Dijo Iker mientras se sentaba en un taburete.
-“ Nada, aquí hablando de todo un poco, vamos a entrar a la Iglesia a robar, te apuntas?”- Dijo
Eduardo.
-“ Ostia, que planes más raros hacéis ahora, no? Pero bueno mola, por lo menos hacéis algo
diferente.”- Dijo Iker.
-“ Naa, solo para divertirnos, cogeremos unas ostias de la sacristía y nos iremos. Solo eso Porfin,
nada de robo, robo.”- Dijo Richi intentando tapar el verdadero motivo.
-“El cura nuevo, Esteban, creo que por las tardes se dedica a limpiar la iglesia. Porque por la
mañana los domingos celebra dos misas y las viejas se suelen repasar y pedear en las bancas de
la iglesia y el cura va por la tarde a limpiarlo, cuando todavía está fresco.”- Explicó María.
-“ Vale pues quedamos por la tarde a la hora del café, sobre las 17:00 os viene bien?”- preguntó
Natalia.

Todos respondieron afirmativamente y después de pagar la ronda se fueron a sus respectivas
casas, menos Richi que se quedó una horita más de vinos.

En el camino a casa Edu iba contándole a Iker a medias las movidas que habían tenido esos días
en los que Iker había estado en Sevilla. Iker se fue a casa a comer flipando pepinillos.
A las 5:00 estaban Edu, Iker, María, Natalia, Alberto y más tarde llegó Richi que se había ido a
casa tarde y había comido a las 4:30.
-“Malditos vinos, por poco llegó tarde.”- Dijo Richi al entrar al bar y sentarse con los demás.
-“Esperaremos a que anochezca y entramos en la iglesia, así no nos vera el cura.”- Dijo Natalia.
-“Ok, yo he traído pasamontañas, por si acaso.”- Dijo Iker.
Se pusieron a jugar al come mierda y poco a poco se fue haciendo de noche.


El párroco Esteban estaba en limpiando las bancas con un paño y agua caliente desde la parte
del crucero de la iglesia hacia atrás en la nave principal. Se hizo de noche y entro a la sacristía a
encender las luces. El cuadro de mandos de luces estaba junto a la vitrina de armas de caza que
poseía el párroco. Siempre que Esteban pasaba por delante de ella, se acordaba, al mirar de
reojo a su escopeta favorita, los buenos tiempos de caza en Botswana.
Esteban encendió las luces de la nave principal y volvió por la sacristía y el altar a bajar a los
bancos para terminar de limpiar los de abajo.
Llegaron a la puerta de la iglesia y Iker la empujo.
-“Joder está cerrada, por aquí no podemos entrar. Igual no está.”- Dijo Iker.
-“Tiene las luces dadas, que si esta.”- Dijo María.
-“Vayamos por la puerta del salón parroquial, fijo que ha entrado por ahí.”- Dijo Natalia.
Doblaron la esquina y se pusieron enfrente de la puerta del salón parroquial.
-“Yo me quedo aquí, a vigilar, por si viene alguien.”- Dijo María sacando una bolsa de pipas para
disimular.
Iker se puso el pasamontañas, que tenía una bola roja en la parte de arriba y empujó la puerta.
La puerta se abrió. Entraron Iker, Edu, Richi, Alberto y Natalia. María se quedó en la puerta a
vigilar mientras que hacía que comía pipas y pasaba el rato sin ninguna preocupación.
Entraron todos al salón parroquial, estaba oscuro. Iker seguido de los demás subió por las
escaleras que subían hacia el escenario. Llegaron a la puerta que daba bajada a la sacristía.
-“No deis ruido, igual está aquí dentro.”- Dijo Iker mientras ponía la oreja en la puerta y
escuchaba.
Esteban seguía limpiando las bancas con ímpetu, estaba llegando a las últimas filas.
Iker abrió la puerta y los cinco bajaron rápidamente, con el sigilo de una pantera a la sacristía.
La sacristía estaba a oscuras, pero un haz de luz penetraba desde el altar por la puerta que
Esteban había dejado medio abierta.

La sacristía estaba llena de armarios, sifonieres y cajoneras de cerezo de la china.
-“Ostras, esto está lleno de armarios donde buscar.”- Dijo bajito Richi.
-“Vamos a jugar a un juego, el que encuentre las llaves de la ermita gana.”- Dijo Natalia.
-“ Eh?, que coño decís?”- Exclamó Iker confuso.
-“Tú encuentra las llaves de la ermita y sal cagando leches, hazme caso.”- Dijo Edu.
-“Rápido y no hagáis ruido.”- Puntualizó Alberto.
Ayudados de la luz de sus móviles de última generación, se pusieron a buscar por todos los lados,
abrían cajones, puertas de armario, miraban en bolsillos de ropa. Poco a poco iban dejando la
sacristía patas arriba, cajón o puerta que se abría, no se volvía a cerrar, no estaban para perder
tiempo.

Alberto encontró una estantería llena de libros de derecho cristiano. Se le iluminaron los ojos
como platos y dentro de sus pantalones tuvo una erección. Cogió un libro y al deslizarlo para
abrirlo se desprendió de dentro una cadena con un colgante de Jesucristo en la cruz. El colgante
al caer al suelo hizo el mayor ruido que habían oído en sus vidas los chicos.
-“ Quien coño anda ahí?.”- Se oyó una voz desde dentro de la iglesia.
Entonces Iker encontró una llave con un llavero azul de plástico donde podía leerse con letra de
señora mayor la palabra ermita.
-“Ya está, ya la tengo.”- Dijo Iker triunfalmente mientas las enseñaba a los demás.
-“Rápido, salgamos de aquí cagando leches, que viene.”- Susurró Edu.
Rápidamente se abrió la puerta de la sacristía, Alberto tuvo tiempo de esconderse detrás de un
montón de túnicas en un gran armario. Los demás echaron a correr escaleras arriba hacia el
salón parroquial.
Esteban se quedó estupefacto, habían entrado a robar a su iglesia.
-“Pues si creéis que me voy a dejar robar tan fácilmente, la lleváis claro. Con lo poco que llevo
de párroco en este pueblo seria el hazme reír de la diócesis, faltaría más.”- Masculló para sus
adentros Esteban.

Alberto desde su escondite abrió un poco la puerta y pudo ver por una rendija como el párroco
Esteban iba hasta el cuadro de luces y las encendía todas. Después se acercó hasta la vitrina de
caza, abrió la puerta y cogió su escopeta favorita. Era una escopeta semiautomática Browning
Silver Camo de calibre 20. Cargó la escopeta y se llenó el bolsillo de cartuchos.
Richi, Edu, Natalia e Iker corrían pasando el escenario del salón de actos y bajando hacia la salida.
En un repentino ataque de miedo Edu, se desvió hacia la derecha al bajar y se escondió en el
baño que había en el salón parroquial. Se puede decir que tuvo un ataque de mierdo. El ruido
del cerrojo al cerrar se solapó con el ruido de la escopeta cargada al cerrarse. Esteban Llegó al
salón parroquial a la vez que la puerta de la calle se cerraba.
-“Malditos cabrones, venir a robar a una iglesia, arderéis en el infierno.”- Gritó Esteban mientras
abría la puerta y se aseguraba que en la calle no había nadie.
Después cerró la puerta y un móvil empezó a sonar. No era el suyo. El sonido venia de detrás de
la puerta que daba acceso al campanario, donde estaba la caldera. Esteban apuntó su escopeta
hacia la puerta cerrada y avanzó lentamente.
-“jajaja, estas jodido o jodidos, ahí no tenéis escapatoria, salir y dar la cara.”- Gritó el párroco
Esteban.

Iker estaba detrás de la puerta buscaba nervioso su móvil, le estaba llamando Cristina, su novia
sevillana. Mal momento para charlas de novios. Iker apagó el móvil como pudo y mientras oía
hablar al cura se dio media vuelta y empezó a subir por las empinadas escaleras de madera que
daban acceso al campanario. Estaba muy oscuro, solo veía lo que la luz de su móvil le alcanzaba.
Las llaves de la ermita estaban en su bolsillo.
Esteban abrió la puerta de golpe y miró hacia arriba, se oían las pisadas de Iker subiendo por las
escaleras de madera del campanario. Se veía la luz del móvil del ladrón moverse rápidamente
por las alturas.
-“Pero hijo, ten cuidado sube despacio, no te vayas a matar.”- Dijo esteban mientras se reía.
El párroco sacó de su bolsillo derecho una linterna y empezó a subir hacia el campanario.
Edu, María, Natalia, Richi y Alberto estaban en la calle afuera sin saber lo que pasaba.
Iker llegó al final de las escaleras de madera, estaba en el campanario. Era de noche y hacia
mucho viento. Se empezaron a oír los pasos de Esteban, el cura estaba llegando también.
-“Joder estoy muerto, este primero dispara y luego pregunta.”- Mascullo Iker mientras miraba a
todos los lados.
La única salida era descolgarse al tejado de la iglesia y desde ahí intentar saltar al tejado de la
casa que tenía más cerca y de ahí bajar a su terraza y poder escapar. Esteban estaba llegando
arriba.
-“Maldito ladrón, ahora tendrás que darme explicaciones antes de que te pege un tiro, a mí no
me roba ni dios.”- Dijo el cura antes de que llegase al final de las escaleras.
Iker ni se lo pensó, ayudándose de las manos, se descolgó hacia el tejado y se soltó. Cayó de
malas maneras en el tejado de la iglesia. Esteban llegó al campanario y se asomó, vio a Iker
levantarse y echar a correr por la cumbrera hacia el final del tejado.
-“Quieto ladrón encapuchado o te disparo.”- Gritó Esteban al mismo tiempo que se apoyaba en
la barandilla y apuntaba al objetivo móvil, era un disparo muy fácil para él.
Iker seguía corriendo por la cumbrera, ya casi había llegado.
Pum pum, la detonación se oyó en todo el pueblo. Iker cayó al tejado y rodo por él, llego a la
cornisa y eso no le impidió seguir rodando. El cuerpo de Iker cayó del tejado al suelo mientras el
párroco lo miraba desde el campanario.
-“Ostia terrible.”- Dijo Iker antes de morir, tenía dos disparos en la espalda.


Natalia y Richi se acercaron rápidamente al cuerpo sin vida de Iker y le registraron.
-“ Aquí están, rápido vámonos.”- Dijo Richi mientras sacaba las llaves del bolsillo derecho de Iker
y se las metía al suyo.

Natalia y Richi se alejaron rápidamente del lugar. Se juntaron con María. Edu y Alberto salían en
ese momento por la puerta del salón parroquial a la calle. Se encontraron los cuatro y se
marcharon rápidos callejeando por el pueblo.
Mientras Esteban bajaba del campanario con paso veloz y la escopeta a la espalda llamaba a la
guardia civil.

Iker había venido de Sevilla y había perdido su vidilla.


Aniceto estaba viendo el futbol en el bar. Sonó su móvil. Eran temas de trabajo. Estaba viendo
el futbol, pero aun así sabía que tenía que cogerlo.
-“Jefe, hemos mandado hacer la autopsia del cuerpo de la joven de esta madrugada. Se llama
Amparo y era de Logroño, una chica riojana. Sus padres ya han sido avisados.”- Dijo su
interlocutor.
-“Vale, buen trabajo Melé. Quiero el informe de la autopsia para ayer. Yo me voy a encargar de
este caso personalmente. Y te quiero a ti al 100% en esto, los demás casos que tengas a medias
los delegas en alguien. Averigua todo lo que puedas de la sustancia, como se llama, como llegó
al cuerpo de Amparo, quien se la dio, donde la compraron, todo.”- Dijo Aniceto.
-“Si inspector, hare lo que pueda.”- Dijo el agente Melé.
-“El lunes te quiero a primera hora en mi despacho. A pasar buen domingo.”- Dijo Aniceto y
colgó. Justo en ese instante el Alcorcón metió gol al Real Madrid. Aniceto aún se puso más de
mala ostia.

No hay comentarios:

Publicar un comentario