lunes, 9 de junio de 2014

CAPÍTULO 22


Esa mañana de martes, en el Cuartel de la Guardia Civil de Alesanco había una importante
reunión. Allí estaban el Inspector Aniceto, el agente Melé y los dos cargos más altos del cuartel.
El inspector Aniceto se estaba poniendo al día, y según iba conociendo detalles de todos los
sucesos que habían ocurrido en el pueblo más le parecía todo una locura. Era imposible que en
un pueblo tan pequeño sucediesen tantas cosas y que no estuviesen relacionadas. Aniceto ahora
estaba seguro de que había sido buena idea el haber mandado a sus mejores hombres de
avanzadilla. El último cuerpo encontrado era de un tal Cesar, también vecino del pueblo.
Asesinado por una bala en la cabeza. Pero lo más frustrante era la sustancia que habían
encontrado en su coche. Los análisis químicos decían que era la misma composición química que
la Haricotiza, pero en cambio esta era azul. Aniceto tenía que impedir que esta variante de la
Haricotiza también se extendiese. Además, para colmo, el agente Pelé no estaba en el cuartel.
Se había ido el día anterior con un coche de la guardia civil y de momento no se sabía nada de
él, esto le puso aún más furioso al Inspector.

Esa misma mañana estaban en la casa de la ermita, María, Alberto, Richi y Natalia. Habían bajado
con el coche de Alberto. Ya tenían toda la Haricotiza metida en los maletines, y poco quedaba
para que llegase la hora acordada con Cheetos.
-“ Joder, hay que ser tonto. Y quedas con Cheetos aquí.”- Dijo Alberto.
-“Tío, donde se me ocurrió, qué más da. No tiene por qué saber nada más.”- Dijo Richi.
-“ A ver, si hemos quedado detrás de la ermita, no podemos ir andando. Se lo olerá.”- Dijo
Alberto.
-“ Fácil, Alberto coge el coche y metemos los maletines en tu maletero, después llevas el coche
detrás de la ermita y esperamos al Cheetos. Así no sabrá de donde hemos venido.”- Dijo Natalia.
-“Ok, muy buena idea, yo me quedo aquí, cierro todo por dentro y así aprovecho para recoger
todo y dar de comer a los peces.”- Dijo María.
E hicieron exactamente eso. Cogieron los dos maletines con la última Haricotiza que les quedaba
y los metieron al maletero del Seat Ibiza negro de Alberto. Después de cerrar el maletero se
montaron en el coche. Alberto conducía, Natalia iba de copiloto y Richi iba en el asiento de atrás.
Mientras arrancaba el coche, María cerró la puerta principal y la puerta de seguridad de la casa
de la ermita. Una vez dentro se puso a ordenar un poco todo, mientras pensaba en chistes malos
para contar después.

Entonces el coche avanzó rodeando la casa de la ermita y la ermita y giró hacia su parte trasera.
Una vez en la parte trasera de la ermita, Alberto avanzó con el coche hasta centrarse justo en
medio de esa especie de parcela, propiedad del Ayuntamiento de Alesanco. Era pronto por la
mañana y el coche estaba a la sombra. Alberto apagó el motor del coche y los 3 se quedaron
dentro a esperar que el Cheetos viniese.

Y llegó la hora acordada. El ruido de los motores de los vehículos de los coches acercándose se
hizo cada vez más latente y presente. Desde dentro del coche los 3 giraron las cabezas y vieron
que justo por donde hace escasos minutos habían entrado ellos, aparecía un coche, y seguido
de este otro. Primero entró el Cheetos y seguido de este una furgoneta. Los coches se acercaron
a donde estaba el coche de Alberto y pararon. Alberto, Richi y Natalia se bajaron del coche.
Natalia llevaba su gorro y sus botas moradas-rosas. Mientras los 3 se bajaban, el Cheetos se
bajó. De la furgoneta también se bajaron 4 tipos, tipos duros, hombres del Cheetos. Gracias a el
negocio de la Haricotiza, El Cheetos había subido bastante en su escala de criminal de chicha y
nabo, nada que ver con su mierda de negocio de burundanga.

Y allí estaban, María, Alberto, Richi y El Cheetos. Detrás de estos, a un par de metros de distancia
estaban los 4 hombres del Cheetos. Llevaban armas.
-“ Joder, menudo despliegue Cheetos. Que somos nosotros.”- Dijo Richi.
-“ Cállate, puto tordo.”- Exclamó El Cheetos.
Entonces el Cheetos se acercó a los 3 y sacó una pistola de detrás de su pantalón. Tenía la pistola
en la mano derecha, pero no les apuntaba.
-“ ¿ Dónde está la Haricotiza ?.”- Dijo El Cheetos.
-“Aquí en el maletero, como siempre.”- Dijo Alberto.
-“ Pues venga, que no tengo toda la mañana.”- Dijo el Cheetos.
Alberto se dirigió a la parte de atrás de su coche y abrió el maletero. Natalia, Richi y el Cheetos
estaban junto a la puerta del conductor del Ibiza. Alberto abrió el maletero y sacó los dos
maletines, los cogió y sin cerrar el maletero llevo los dos maletines hasta dejarlos a los pies del
Cheetos.
-“ Aquí tienes la Haricotiza, ahora el dinero.”- Dijo Natalia.
-“Nety, Nety, Nety….”- Dijo El Cheetos a la vez que uno de sus hombres se acercaba y cogía los
dos maletines para llevarlos dentro de la furgoneta.
-“ Cheetos, que coño estás haciendo?”- Preguntó Richi.
Entonces El Cheetos levantó su pistola y apuntó a la cara a Richi.
-“ Que estoy haciendo?, yo?.”- Dijo El Cheetos.
-“Cheetos, tranquilízate, no sé qué te pasa, pero somos nosotros, los de siempre. Soy la Nety,
anda baja el arma.”- Dijo Natalia intentando que no se le notase el nerviosismo.
-“Ahora mismo me vais a decir quién o como conseguís la Haricotiza, o os mato ahora mismo
panda de mentirosos.”- Dijo El Cheetos.
Natalia, Alberto y Richi se miraron los 3 sin entender nada, pero parecía que aquello iba en serio.
-“ No os hagáis los tontos. Os creíais que me la podíais colar?. No sé qué trapicheos os traéis
entre manos, pero he matado a un tío por vuestra culpa, Cesar creo que se llamaba. Conmigo
no se juega chavales.”- Exclamó el Cheetos.
El Cheetos iba moviendo el arma de uno a otro, mientras que Natalia, Alberto y Richi no se
movían.
-“ Tordo tú eras mi amigo, pero vas a morir igual. Me llamaste diciendo que Eduardo estaba con
la policía, cuando en realidad estaba muerto. Lo vas a pagar muy caro, cabrón.”- Dijo El Cheetos.
-“ Esto, joder Cheetos, es que…”- Dijo Richi.
-“ Cállate, saco de mierda.”- Dijo El Cheetos.
Richi estaba muy nervioso.
-“ La Haricotiza la hacemos, nosotros, no somos ningún intermediario. Eduardo murió a causa
de la explosión del bar, pero intento hacer Haricotiza por su cuenta. Es la verdad.”- Dijo Richi
casi llorando.
-“Cállate gilipollas, que nos va a matar.”- Dijo Alberto.
-“Vaya, vaya, así que sois vosotros los artífices de todo esto eh. Parece que os he subestimado,
ha sido una idea cojonuda.”- Dijo El Cheetos riéndose.
-“Danos el dinero, y márchate anda. Sino no te haremos más.”- Dijo Natalia.
El Cheetos se empezó a reír.
-“ Nety, creo que no lo has entendido. No vais a ver un duro. De hecho me vais a dar ahora
mismo la fórmula de la Haricotiza sino queréis probar el plomo de mis balas.”- Exclamó El
Cheetos amenazante.
-“ No te diremos una mierda.”- Dijo Alberto.
Entonces El Cheetos se acercó a Richi, lo cogió por la pechera con la mano izquierda mientras
que con la derecha le apuntaba al ojo izquierdo con el arma.
-“Dame la puta formula o te mato ahora mismo.”- Dijo El Cheetos.
-“ Para, para. Yo no sé la formula. La única que sabe la fórmula secreta de la Haricotiza es la
Nety, ella es la que la inventó. De hecho es la única persona que la sabe. También la sabia Edu,
pero ahora está muerto.”- Dijo Richi entre balbuceos.
El Cheetos miró fijamente a Richi y después lo tiro al suelo. Richi se quedó jadeando y
limpiándose las lágrimas sentado en el suelo de tierra. El Cheetos se acercó a Natalia.
-“Vaya, mucho mejor de lo que esperaba. Ahora mismo me vas a dar la fórmula de la Haricotiza
si quieres morir rápido. Si no tendré que torturarte hasta que lo hagas. Morir vas a morir de
todas formas, pero puedes elegir.”- Dijo El Cheetos.
-“ Nunca, no te lo diré. La Haricotiza es mía.”- Dijo Natalia desafiante.
-“Me la vas a decir por las buenas o por las malas. Después os voy a matar a los 3 y todo el
negocio de la Haricotiza será para mí.”- Dijo El Cheetos riéndose.
Natalia no dijo nada, pero el Cheetos giró el arma hacia Alberto con mucha decisión.
-“ Bueno, pues empecemos por ti.”- Dijo El Cheetos.

El Cheetos estaba a punto de disparar, tenía la pistola apuntado a Alberto a apenas un metro de
distancia de su cara. Entonces el leve ruido que llevaban oyéndose unos segundos se hizo una
realidad.

Rodeando la ermita, por ambos lados aparecieron 2 coches por cada flanco. Dos por donde
habían entrado con el Ibiza de Alberto, y otros dos por el otro lado junto al árbol que había. Y
sin que nadie dijese nada empezaron los disparos. Empezó una lluvia de balas desde los
extremos hasta el centro, y desde el centro se devolvían los tiros hacia los extremos. Los
hombres del Cheetos empezaron a caer como moscas. El Cheetos se tiró al suelo y rodó hacia
unos de los contrafuertes de la pared de la ermita para protegerse. Alberto corrió y se metió
dentro del maletero de su coche, cerrando la puerta tan rápido como pudo. Natalia y Richi se
tiraron al suelo, les llovían balas de los dos lados. Todos los hombres del Cheetos cayeron
muertos, los coches estaban llenos de balazos. Entonces el Cheetos al verse acorralado, cambio
el cargador de su pistola y salió disparando desde su refugio, reventó a tiros a uno de los
hombres que estaba apoyado contra la pared en la esquina. Pero después una lluvia de balas
atravesó su cuerpo. Después el tiroteo cesó. El Cheetos estaba de pie en medio de la nada, sin
moverse. La pistola que llevaba en la mano se deslizó y cayó al suelo. Después el Cheetos cayó
de rodillas, y finalmente cayó al suelo de morros, estaba muerto. Natalia vio como El Cheetos
caía a escasos centímetros de donde ella estaba tirada y protegiéndose la cabeza. El tiroteo
había durado apenas unos 40 segundos, pero para Natalia y Richi parecía una autentica
eternidad. El Seat Ibiza de Alberto estaba completamente lleno de agujeros de bala.

María estaba dando de comer a los peces del acuario del salón cuando oyó los primeros disparos
de bala. Con un acto reflejo se agachó al suelo, pero después se dio cuenta de que los disparos
venían desde el exterior desde la parte trasera de la ermita. Corriendo hacia una de las pequeñas
ventanas que daban a la parte de atrás se asomó a mirar, temiéndose lo peor. Vio el coche de
su hermano Alberto, el coche del Cheetos y la furgoneta. También había 2 coches a cada lado
del patio trasero bloqueando la salida. Todo eran disparos y lluvia de balas. No sabía quiénes
eran, pero o era la policía, o aún peor, habían venido a matarlos. María rápidamente cogió su
móvil que estaba cargando y cogió una mochila, se acercó al acuario del salón y se agachó. Abrió
la caja fuerte y metió todo el dinero que había en ella, en esos instantes eran unos 4.500.000. €.
Se puso la mochila a la espalda y bajó corriendo las escaleras de la casa, abrió la puerta principal
y miró a los dos lados de la carretera. Cuando vio que no había nadie, cruzó la carretera mientras
se seguía oyendo los ruidos de los disparos. Entró corriendo en la viña que había enfrente y
empezó a correr campo a través, corrió con todas sus fuerzas. Pocos instantes después mientras
seguía corriendo cesó el ruido de los disparos.
El dinero que llevaba a la espalda pesaba.

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