lunes, 9 de junio de 2014

CAPÍTULO 29


En la gran mesa había muchos planos y mapas. La mesa estaba rodeada por el Inspector Aniceto,
el agente Melé, un agente especialista en arquitectura, un agente especialista en asaltos y
redadas y varios agentes que iban a participar en el registro.

Después de que María llegase y muriese, al Cuartel de la Guardia Civil de Alesanco y de que encontrasen el número de la empresa de Hermanos Cerdo en la agenda de Pelé, no había duda. Aniceto creía que la empresa Hermanos Cerdo tenía algo, o mejor dicho, mucho que ver con la creación de Haricotiza y con el
cerebro criminal, La Nety. Aniceto había movido varios hilos, y utilizado favores antiguos para
conseguir la orden de registro en la empresa de Alesanco Hermanos Cerdo. Habían pasado 3
días desde que María falleciese, su cuerpo estaba en el laboratorio forense de Logroño, le habían
realizado una autopsia muy exhaustiva, María había consumido mucha Haricotiza, era una gran
yonki de la Haricotiza. Su muerte se debía a una sobredosis de dicha sustancia y a una mala
alimentación en los últimos días anteriores a su muerte. La muerte de María se había llevado
con el más riguroso de los secretos a petición del Inspector, pues consideraba que si eso salía a
la luz, la operación podía verse comprometida. La mochila con todo el dinero y todas las
pertenencias de María estaban a buen recaudo en el almacén de pruebas del Cuartel. El
Inspector Aniceto tenía un plan para entrar en Hermanos Cerdo y para eso necesitaba muchos
refuerzos. La empresa Hermanos Cerdo contaba con una plantilla muy amplia, y el Inspector
Aniceto necesitaba muchos hombres por si las cosas se ponían feas. Había pedido refuerzos a
Madrid y a Logroño alegando que se trataba de una operación de gran escala, y lo había
conseguido. Al día siguiente tendría en Alesanco 9 coches de la guardia civil y un camión de
asalto, con sus respectivos hombres.

-“Bueno, entonces, lo dicho. Tu agente Melé esperaras a mi señal y dirigirás el grupo que entrará
por la parte de atrás si las cosas se ponen feas. Con vosotros ira también el camión por si hay
que abrirse paso.”- Dijo el Inspector Aniceto mirando a todos los que estaban en la habitación.
-“ Pues lo dicho, hasta mañana.”- Dijo Melé, dando por terminada la reunión.
Todos los miembros de la benemérita que estaban presentes se levantaron y se fueron a sus
quehaceres, hasta mañana, el gran día. Todo ya estaba preparado, pero Aniceto no podía evitar
sentirse un poco nervioso, pues no sabía a ciencia cierta lo que se iba a encontrar, solo deseaba
con todas sus fuerzas que La Nety estuviese allí dentro y poder arrestarla y acabar con esa
pesadilla de una vez por todas.

La música de Juancho y sus Chamaquitas sonó a todo volumen dentro de todo el laboratorio de
Haricotiza subterráneo del complejo Hermanos Cerdo. Natalia ya estaba despierta antes de que
la horripilante música sonase. Se levantó y se dirigió hasta la mesa donde ya tenían preparado
el desayuno. El desayuno estaba encima de la mesa, en una bandeja de metal. Natalia iba vestida
con ropa normal, pues hoy les iban a dar monos nuevos de trabajo. Llevaba sus botas rosas con
dibujitos de agua y su gorro de la suerte con un pompón rosa en la cumbre. Natalia se puso a
desayunar mientras la música iba bajando de volumen y finalmente se apagaba.

Salió Richi también de la habitación con cara de sueño. Richi llevaba puesto el pijama aún. Se
quedó de pie enfrente de Natalia mientras se quitaba las legañas con ambas manos.
-“ Y qué?, otro puto día a hacer lo mismo. Que les peten. Dales la puta fórmula y que nos dejen
irnos.”- Dijo Richi cabreado.
-“ No digas chorradas anda, ya lo hemos hablado mil veces. Si les digo la fórmula nos matan y
luego nos echan de comer a los cerdos que tenemos justo encima de nosotros.”- Dijo Natalia
con la boca llena.
-“ Que no joder, que paso de esta puta mierda. No sé ni en qué coño día vivimos. Somos unos
putos esclavos de esta puta gente panchita de mierda y de la maldita Haricotiza.”- Dijo Richi
subiendo la voz.
-“ Anda, ven a desayunar, que se te va a quedar frio todo. Que últimamente estas de un cabreado
majo.”- Dijo Natalia señalándole a Richi su bandeja.
Richi no le hizo ni caso y se acercó a la cámara que había en el techo.
-“ Que os den por el puto culo. Dejarnos salir de aquí y yo me callare como una puta. Os quedáis
con vuestro negocio de Haricotiza y lo que queráis. Yo solo quiero ir a echar vinos.”- Dijo Richi
mirando a la cámara.
En ese mismo instante el teléfono interno del laboratorio empezó a sonar. Llamaban desde
arriba, desde las oficinas.
-“ Joder, ya los has cabreado. Anda coge el teléfono, que seguro que será Carlos Estévez. Te va
a caer una…”- Dijo Natalia dándose la vuelta y señalando el teléfono.
El teléfono no paraba de sonar, Richi seguía gritándole a la cámara.
-“ Que no pienso coger el puto teléfono. Y tú sigue desayunando, anda.”- Dijo Richi a Natalia.
Richi siguió chillándole a la cámara, ya estaba harto de la vida que llevaban. Vivian solo para
comer, dormir y cocinar Haricotiza.
El teléfono siguió sonando durante cinco minutos más. Hasta que se abrió la puerta del
laboratorio y por las escaleras de acceso empezó a bajar alguien.

Todo estaba preparado, El Inspector Aniceto y cuatro coches patrulla pusieron rumbo hacia la
puerta principal del complejo cárnico-industrial Hermanos Cerdo. Mientras tanto, el otro
equipo, dirigido por el agente Melé, ponía rumbo a la puerta trasera del complejo cárnico. El
equipo del agente Melé estaba compuesto por cinco coches patrulla y un camión de las fuerzas
especiales de asalto. El Inspector Aniceto esperaba que ese equipo de apoyo no tuviese que
intervenir.

El Inspector Aniceto recorrió con su Mercedes el escaso kilometro que había desde el cuartel
hasta la puerta principal de Hermanos Cerdo.
Paró su Mercedes junto al telefonillo, las puerta estaban cerradas a cal y canto. Sacó su placa y
la orden de registro, las puso enfrente de la cámara y pulsó el timbre.
-“ Si, hola. Quién es?.”- Dijo una voz.
-“ Buenos días, soy el Inspector Aniceto, de Narcotráficos. Tengo una orden de registro y
necesito que me abran las puertas inmediatamente. Notifíqueselo a quien esté a cargo de la
planta.”- Dijo Aniceto muy solemne.

La interlocutora colgó el telefonillo y pasaron varios minutos. Después la gran puerta custodiada
por cámaras se abrió lentamente. Mientras el coche del Inspector Aniceto y los cuatro coches
que le seguían entraban en Hermanos Cerdo, el agente Melé por el pinganillo le comunicaba
que ellos ya estaban en posición.

Xenia Panchitez bajaba lentamente por las escaleras del laboratorio. Richi mientras seguía
gritando a la cámara. Cuando Richi vio a Xenia se quedó mucho. Allí estaba ella, con su mono de
trabajo y dos pistolas colgadas a los lados de la cadera, que hacían juego con el color de su piel.
Natalia se quedó mirándola con la cucharilla sin terminar de llevársela a la boca, la leche de la
cucharilla chorreaba a la mesa.
-“Vaya, vaya. Así que el tordito se ha levantado protestón hoy, eh.”- Dijo Xenia Panchitez
mientras se acercaba a Richi.
-“Dejarnos irnos. Por favor. Estamos hartos ya de esto.”- Dijo Richi con un poco de miedo.
-“ Es que todavía no lo entiendes?, nunca vais a salir de aquí.”- Dijo Xenia mientras cogía a Richi
y le asestaba un gran puñetazo en la tripa. Richi aulló de dolor y cayó al suelo. Xenia empezó a
darle patadas a Richi.
-“ Joder, déjalo en paz. Que ha sido un pronto. No le pegues más!!!.”- Chillaba Natalia desde su
silla.
Xenia paró de propinarle patadas y giro su cabeza hacia Natalia.
-“Tu calladita, que esto no va contigo. Si os portaseis bien, todo esto sería innecesario, aunque
es muy divertido.”- Dijo Xenia mirando a Natalia.
Xenia volvió a pegar patadas a Richi, mientras Richi se retorcía de dolor en el suelo.

Mientras tanto arriba, en la superficie, los cinco vehículos de la policía aparcaban en el amplio
aparcamiento de Hermanos Cerdo. El Inspector Aniceto dejó el coche junto a la puerta de las
oficinas. Al bajarse del coche vio a un hombre trajeado. Iba vestido de lino, con corbata y unas
botas de piel de serpiente, que tenían pinta de ser muy caras. Las puertas de los coches se
abrieron y el aparcamiento se llenó de policías. Los policías se quedaron de pie junto a sus
coches, estaban armados hasta los dientes.
El Inspector Aniceto se acercó al hombre.
-“Hola, buenos días, soy Carlos Estévez, el director de la planta de Hermanos Cerdo. Se puede
saber a qué viene todo esto? Agente…”- Dijo Carlos Estévez.
-“ Inspector. Inspector Aniceto. Tenemos más que razones para creer que en este complejo se
realizan actividades ilegales señor Estévez. Esta es una orden de registro de toda la planta.”- Dijo
el Inspector Aniceto dándole la orden de registro a Carlos Estévez.
-“ Pero, esto creo que es un tremendo error, Inspector. Estamos trabajando, no puede venir con
esto, así sin más.”- Dijo Carlos Estévez de mal humor.
-“Será más fácil que coopere, supongo que ya habrá avisado a sus superiores. Así que vamos a
llevar a cabo un registro. Necesito todas sus bases de datos, contabilidad de empresa, archivos
mercantiles, y todo el papeleo que tenga en estas oficinas, mis agentes se harán cargo.”- Dijo el
Inspector Aniceto.
El Inspector Aniceto se dio la vuelta, sin dejar responder a Carlos Estévez y dio órdenes a todos
sus hombres. Varios agentes pasaron al lado de Carlos Estévez y Aniceto y entraron al edificio
de oficinas. Otros tantos agentes se dirigieron a la fábrica de embutidos, y el último grupo fue
hacia el edificio utilizado como matadero.
-“ Solo espero que todo su personal este avisado y que cooperen completamente con mis
agentes, así evitaremos molestarles más de lo debido.”- Dijo el Inspector Aniceto.
-“ Se arrepentirá de lo que está haciendo, no sé qué espera encontrar, pero aquí no tenemos
nada que esconder.”- Dijo Carlos Estévez.
-“ Pues mucho mejor para todos vosotros, así terminaremos rápido. Y le recuerdo señor Estévez
que insultar a un agente de la ley es un delito.”- Dijo el Inspector Aniceto.
Con todo los agentes haciendo su trabajo y dispersados por el complejo industrial, se quedaron
Carlos Estévez y el Inspector Aniceto solos en el parking, junto a la entrada de las oficinas. De
vez en cuando se veía a algún trabajador de la planta asomado a la ventana o cruzar por el patio
seguido de algún agente policial.

Carlos Estévez puso cara de derrotado y le dijo al Inspector Aniceto que lo siguiese, que el mismo
le iba a enseñar la planta. Carlos llevo al Inspector a la parte más alejada de la puerta principal
de la planta, a la parte de atrás, a la zona de cuadras y granja.
-“ Como verá aquí solo realizamos actividades de alimentación, permítame que le enseñe
nuestras cuadras y corrales de engorde, Inspector.”- Dijo Carlos Estévez.
Pasaron junto al edificio del matadero y llegaron a la zona de las cuadras, Carlos Estévez puso
rumbo a uno de los pabellones de cuadras que había dispuestos en hilera. Iban hacia el pabellón
central.
-“No, no quiero ver ese pabellón, quiero ver el primero, el que está al lado de la puerta.”- Ordenó
el Inspector Aniceto.

Carlos Estévez dudó y se le cambió la cara de golpe al oír eso. El Inspector Aniceto, insistió que
quería ver el primero, al final a Carlos no le quedó más remedio que acceder. Llegaron al primer
pabellón, junto a la puerta trasera donde esperaba en el otro lado el agente Melé y los demás
policías. Carlos Estévez abrió la pesaba puerta y entró, todo estaba oscuro. Carlos Estévez
acciono unos interruptores y todo el pabellón se iluminó. Era un pabellón con todas las
instalaciones necesarias para tener ahí dentro cerdos en corrales, pero habían quitado todas las
cuadras, y había muchos coches aparcados dentro, algunos tapados. Algunos coches tenían el
emblema de Hermanos Cerdo, pero también había un par de todoterrenos negros.
-“Pensé que esto era un corral de cerdos, pero ya veo que no.”- Dijo El Inspector Aniceto.
-“Este pabellón al principio se usaba como tal, pero después retiramos las vallas y ahora lo
usamos como garaje.”- Dijo Carlos fríamente.
-“Que interesante…hay coches tapados, destápelos uno a uno. Ahora.”- Dijo El Inspector
Aniceto.
-“No creo que sea necesario Inspector…son coches de empresa…”- Dijo Carlos Estévez
excusándose.
-“Uno a uno, y ahora mismo. Quiero ver los coches.”- Dijo Aniceto.
Carlos Estévez fue destapando los coches, quitándoles la funda. Fueron apareciendo grandes
todoterrenos oscuros y negros que poco tenían que ver con la empresa Hermanos Cerdo. Hasta
que llegaron a el último, tenía pinta de utilitario, era mucho más bajo que los demás coches.
Carlos Estévez quito rápidamente la lona del coche y ante ellos apareció un coche patrulla de la
guardia civil, en perfecto estado.
-“Es el coche del agente Pelé…”- Susurró el Inspector Aniceto atónito.
-“Le dije que se iba a arrepentir de esto querido Inspector. No tenía que haber venido aquí a
husmear.”- Dijo Carlos mientras sacaba su glock de la funda del hombro.
-“ Rápido, Melé tenéis que entrar, Ya!”- Gritó El Inspector Aniceto.
-“Quítese el pinganillo ahora mismo de la oreja y tírelo al suelo, seguidamente píselo con fuerza.

Después muy lentamente tíreme las dos pistolas que lleva querido Inspector. Maldito piche
guevon, acaba de entrar en su propia tumba.”- Exclamo Carlos Estévez mientras sin dejar de
apuntar al Inspector Aniceto miraba como este se desarmaba en el garaje de Hermanos Cerdo.
El agente Melé oyó las instrucciones claras y precisas del Inspector Aniceto, dio órdenes al
camión de asalto y los coches patrulla que había en el camino de tierra detrás de la valla de
Hermanos Cerdo se apartaron. El camión de asalto aceleró entre los coches patrulla y embistió
las puertas traseras de acero de Hermanos Cerdo. El camión seguido por los coches entraron en
el complejo por la puerta de atrás. Entonces una estruendosa alarma empezó a sonar dentro de
todo el complejo.

Los coches patrulla pusieron rumbo al parking central, pasando junto a los pabellones de granja
y al matadero. El agente Melé iba en el camión de asalto. Entonces empezaron a llover balas.
Las ruedas del camión se pincharon en un abrir y cerrar de ojos. Y todo el complejo de Hermanos
Cerdos se llenó de disparos. De todos los lados salían trabajadores y operarios de la empresa
cárnica armados con metralletas y subfusiles disparando a los policías. Los policías con los coches
patrulla consiguieron llegar al parking central y devolvían los disparos utilizando los coches como
escudo. Mientras el camión de asalto se quedó atrás, parado junto a un pabellón de granja. El
agente Melé salió del camión y devolviendo los disparos consiguió llegar hasta la puerta,
mientras abría la puerta del pabellón vio como un par de agentes fueron abatidos por los
disparos. El agente Melé entró dentro y cerró la puerta, jadeante vio que estaba rodeado de
cerdos, había un gran pasillo central y grandes recintos de cuadras con cerdos a ambos lados, la
alarma seguía sonando.

Xenia Panchitez dejo de pegar ostias a Richi en cuanto empezó a sonar la alarma. Natalia se tapó
los oídos y Richi empezó a escupir sangre por la boca mientras jadeaba en el suelo.
-“ Que coño pasa?, bueno maldito bastardo, luego seguiremos hablando tu y yo.”- Dijo Xenia
Panchitez mientras se daba la vuelta y se acercaba a las escaleras de subida.
Mientras Xenia Panchitez subía hacia la puerta y metía la clave de apertura, Natalia se levantó
rápidamente y cogió una escoba que tenía a escasos 2 metros de ella. Xenia Panchitez salió por
la escotilla del laboratorio y la puerta empezó a cerrarse lentamente. Entonces Natalia pasando
rápidamente al lado de Richi, subió las escaleras de dos en dos y puso el palo de la escoba en el
poco hueco de la puerta que quedaba. Richi seguía en el suelo. La puerta automatizada llegó
hasta donde estaba el palo de la escoba, que Natalia sujetaba con las dos manos, y se paró.
-“ Rápido Richi, levántate y ayúdame. Ayúdame a abrir la puerta y podremos escapar.”- Dijo
Natalia mientras hacía fuerza con el palo.
-“ Jo…, me ha reventado la muy hija de puta, no puedo moverme.”- Dijo Richi mirando a Natalia
desde el suelo.
-“ No sé qué pasa arriba, pero hay un jaleo del copón, tienes que ayudarme, yo sola no puedo.
Puede ser nuestra única oportunidad de salir de aquí.”- Dijo Natalia.
Richi seguía en el suelo, y Natalia seguía haciendo fuerza desde las escaleras metálicas del
laboratorio, la puerta empujaba y el palo de la escoba estaba empezando a astillarse.
-“ No puedo levantarme, estoy hecho una mierda.”- Dijo Richi.
-“Tienes que poder, joder, vamos, inténtalo. Eso son disparos?.”- Dijo Natalia alucinada.
Richi comprendió que en el estado en el que le había dejado Xenia Panchitez no iba a poder
ayudar mucho a Natalia, pero entonces se le ocurrió una idea. Lo que les había traído hasta allí
iba a sacarles de allí.

Richi se levantó como pudo, haciendo uso de sus últimas fuerzas y se acercó a duras penas hasta
un armario metálico que había en una pared. Allí guardaban partidas defectuosas de Haricotiza,
para luego llevar un control de calidad. Abrió rápidamente el armario y cogió un paquete
transparente lleno de esa sustancia rosa. Richi se cayó al suelo y el paquete también.
-“ Pero qué coño haces, ayúdame y deja eso.”- Grito Natalia desde las escaleras.
Richi tumbado abrió el paquete con los dientes y metió la cabeza en el paquete aspirando todo
lo que sus pulmones le permitieron. La Haricotiza inundó su cuerpo y su mente.
Richi se levantó, ya no le dolía nada, el ruido de la alarma y de la sirena desaparecieron. Con
pasos decididos se acercó hacia Natalia, Natalia lo miraba con ojos horrorizados, ambos sabían
las consecuencias que traía lo que Richi acababa de hacer. Mientras Natalia sujetaba la escoba,
Richi utilizó sus manos para empujar la hoja de la puerta. Al principio le dolieron un poco los
brazos, después nada. La puerta empezó a ceder, y al cabo de un instante había sitio para que
saliese uno.
-“Rápido tienes que salir, no creo que aguante mucho tiempo.”- Dijo Richi.
-“ No puedo dejarte aquí, te llevaremos a un hospital.”- Dijo Natalia.
-“ Déjate de chorradas, ambos sabemos que con la cantidad de Haricotiza que acabo de esnifar
moriré. Corre y sálvate, yo ya estoy muerto.”- Dijo Richi.
Natalia lo miró y asintió. Después tiró la escoba y metió la cabeza por el hueco que había en la
puerta, arriba los cerdos la miraban asustados. Natalia salió por la puerta, justo cuando sacaba
el último pie, los brazos de Richi no aguantaron más y la puerta se cerró. Natalia se quedó
tumbada en la cuadrada. Los cerdos a su alrededor perdieron el miedo y se acercaron a
olisquearle el pelo y el gorro rosa que llevaba.

Los brazos de Richi se partieron, no aguantaron más la presión de la puerta y la puerta
finalmente se cerró del todo. Richi se quedó mirando sus dos brazos doblados en una posición
imposible, no le dolían nada. Entonces Richi se empezó a reír, sus brazos habían desaparecido y
en vez de ellos ahora tenía dos botellas gigantescas de Cacique. Richi se quedó mirándolos y se
empezó a chupar los dedos, sus dedos sabían a Cacique con Coca-Cola. Richi empezó a reírse,
una risa profunda y triunfal, era lo que siempre había querido, tendría ron hasta la eternidad.
Entonces empezó a hacer mucho calor dentro del laboratorio, pero ya no se oía nada, todo era
paz y tranquilidad, el corazón de Richi empezó a descender drásticamente de pulsaciones
mientras Richi se miraba los brazos partidos y se reía a pleno pulmón. El corazón de Richi dejó
de funcionar, dejo de latir, la vida le abandonó. El cuerpo de Richi cayó a plomo por las escaleras
metálicas del laboratorio subterráneo hasta llegar al suelo. Richi falleció.
Mientras, Natalia apartaba a los cerdos, en la cuadra, a manotazos. Después de varias semanas
había conseguido salir a la superficie, aunque para ello hubiese tenido que perder Richi la vida.
Afuera se oía la alarma y un gran tiroteo.

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