Fascinante aventura desarrollada en la población de Alesanco (La Rioja). 3º Parte de la trilogía "Alesancadas".
lunes, 9 de junio de 2014
CAPÍTULO 23
Todo estaba en silencio, el ruido había cesado. Ya no se oían más balas ni disparos. Todo estaba
oscuro. La pierna le dolía. De repente se hizo la luz. La puerta del maletero del Seat Ibiza que
estaba aparcado detrás de la ermita de Alesanco se abrió. Y la luz entró a borbotones dentro del
maletero. Alberto se tapó la cara con la mano izquierda, mientras unas manos le cogieron del
tobillo. Allí estaba ella, enfrente del maletero y tirando de él. Xenia Panchitez cogió el pie de
Alberto y tiró con fuerza, Alberto cayó al suelo de tierra junto a su coche. Alberto vio que el
coche estaba lleno de agujeros de bala. Mientras Alberto era arrastrado por el suelo por Xenia
vio con horror lo que había pasado. Todos los hombres del Cheetos estaban muertos y el
Cheetos también. Había habido una buena carnicería allí. El Seat Ibiza y el coche del Cheetos
estaban llenos de agujeros de bala y con alguna rueda pinchada. Mientras era arrastrado Alberto
se dio cuenta de que en la pierna derecha, justo debajo de la rodilla tenía un disparo de bala. Su
pantalón estaba roto y manchado de sangre, había recibido un disparo.
-“Alberto, estas vivo.”- Chilló Natalia.
Entonces, Alberto giró la cabeza hacia dónde venían los gritos y los vio. Natalia y Richi estaban
vivos, llenos de polvo y asustados. Estaban en el suelo, contra la pared trasera de la ermita,
apoyados en los contrafuertes de piedra. Alberto contó 8 hombres que pululaban por todo el
patio trasero recogiendo casquillos de bala. Junto a Natalia y Richi había un hombre.
-“Tráelo aquí.”- Dijo el hombre.
Alberto fue arrastrado hasta donde estaban Natalia y Richi. Se apoyó contra la pared y Xenia se
irguió sacudiéndose las manos.
-“ Vayan a por la chica, esto… María. Vayan a por ella. Está en la casa.”- Ordenó el hombre.
Dos de esos hombres salieron apresurados hacia la casa de la ermita. Xenia Panchitez se quedó
junto al hombre que parecía ser el jefe de todo aquello.
El imponente hombre llevaba un traje blanco de lino, un sombrero blanco y unos zapatos de piel
de cocodrilo. Su acento parecía latinoamericano, de hecho casi seguro que era mexicano. Su
estatura, unos 1,80 m de altura daban un porte elegante a esos 50 años que debía de tener.
Mandaba y manejaba a todo el personal con gran soltura y seguridad.
-“ Vaya, vaya aquí tenemos a estos 3 pendejos por fin. Por poco os liquidan eh.”- Dijo el hombre.
-“ Que coño quieres, quien eres. Esa chica negra la he visto en el bar. Trabaja en Hermanos
Cerdo.”- Dijo Alberto dolorido.
-“Cállese, hablara cuando yo se lo permita. Parece ser que aquí todos sabemos mucho.”- Dijo el
hombre.
Entonces vinieron los dos hombres que él había mandado a la casa de la ermita. Uno de ellos
habló.
-“No hay nadie en esa casa, la hemos registrado entera. Es el laboratorio de la Haricotiza.
Además hemos encontrado una gran caja fuerte en el salón, debajo de un acuario. Los peces son
bonitos, pero la caja fuerte esta vacía y abierta. Se han llevado el dinero, señor.”- Dijo el hombre.
-“ Mi hermana, dejarla en paz cabrones.”- Dijo Alberto.
-“ Cállese la boca, me está empezando a joder ya pinche guevon.”- Dijo el hombre.
-“ Soy Nety, que coño quieren?. Dejen a María en paz.”- Dijo Natalia.
-“ Mi nombre es Carlos Estévez y a partir de ahora vais a trabajar para mí los 3. No hay nada más
que decir.”- Dijo Carlos.
-“ Que? Y una mierda, soltarnos, iremos a la policía, ahora otra mafia de panchitos?, no me
jodas.”- Dijo Alberto furioso.
Entonces Carlos Estévez sacó una Glock 35 de su cinturón y apuntó a Alberto, todos se quedaron
mudos de asombro.
-“ Donde está tu hermana? Donde está el dinero?. Me estoy empezando a cansar de tu
insolencia.”- Dijo Carlos.
-“ No tengo ni idea, joder, estaba en la casa antes. No se…”- Acertó a decir Alberto.
-“ No lo mates, déjalo en paz.”- Dijo Richi.
-“ Ya me he cansado de vuestras mierdas. Cogedlos y montarlos en el coche, nos vamos.”-
Ordenó Carlos Estévez.
Entonces Natalia y Richi se levantaron, llevaban las manos atadas con bridas. Xenia se acercó a
Alberto, lo levanto de malas maneras y le empezó a poner unas bridas.
-“ Chicos, ya saben lo que tienen que hacer. Apilen los cadáveres en el centro y quémenlos. Los
coches están destrozados, borren las huellas y quémenlos. Después vayan dentro de la casa y
destrócenla y préndanle fuego.”- Ordenaba Carlos Estévez.
Alberto empezó a patalear mientras Xenia Panchitez le intentaba poner las bridas. Natalia y Richi
miraban asustados de pie.
-“ Ya me he hartado de este pendejo. Deshazte de él.”- Ordenó Carlos Estévez.
Entonces Xenia Panchitez sacó un cuchillo de su cinturón y en un abrir y cerrar de ojos cortó la
garganta a Alberto. Todo se llenó de sangre y Alberto cayó al suelo muerto.
-“ Ya saben lo que les va a pasar si no son ustedes buenos. Xenia coge el cuerpo y échalo también
a la pila de cadáveres.”- Dijo Carlos.
Carlos Estévez cogió a Natalia y Richi por el brazo y los llevo hasta un todo terreno negro que
había aparcado al principio del patio trasero, uno de sus hombres abrió la puerta y Natalia y
Richi entraron en el coche. La puerta se cerró.
-“ Joder, han matado a Alberto. Esto es nuestro fin.”- Dijo Natalia.
-“Tranquilízate, algo se nos ocurrirá.”- Dijo Richi.
El cuerpo de Alberto se sumó a la pila de cadáveres ardiendo en el patio trasero de la ermita.
Los coches de Cheetos, sus hombres y el Ibiza de Alberto empezaron a arder muy rápidamente.
Después los hombres de Carlos Estevez entraron en la casa de la ermita y reventaron todo,
pusieron todo patas arriba y ayudados con un par de bidones de gasolina prendieron fuego a
todo aquello. Carlos Estévez dio órdenes a sus hombres de que buscasen a María con la mayor
cautela y sigilo posibles, y que una vez que la encontrasen la matasen, no quería dejar cabos
sueltos.
Después de todo eso, Carlos Estévez y Xenia Panchitez se montaron en el todoterreno donde
estaban encerrados Natalia y Richi. El coche partió por los caminos del pueblo, con dirección a
la empresa cárnica Hermanos Cerdo. Los otros 3 coches con los hombres de Carlos Estévez se
dispersaron por el pueblo y caminos de alrededor para buscar a María.
Durante el transcurso del viaje desde la ermita hasta el complejo cárnico industrial Hermanos
Cerdo, Carlos Estévez les conto de que iba todo aquello.
Carlos Estévez era el director jefe de la planta cárnica Hermano Cerdo, pero era mucho más que
eso. La planta cárnica de Alesanco, y todas las plantas cárnicas de ese complejo entramado de
empresas pertenecían a un cartel mexicano muy importante denominado los Zetas. En realidad
las actividades empresariales cárnicas era lo que menos les importaban. Habían conseguido
levantar ese complejo fuera de Latinoamérica, para poder ampliar territorio en sus negocios
turbios. España era la puerta de Europa y una empresa tapadera de ese calibre en un pueblo
pequeño era una buena herramienta para la producción, distribución y venta de sustancias
ilegales por toda Europa.
El uso que se le iba a dar en un principio era la distribución y la producción de heroína, cocaína
y metanfetamina. Pero gracias a Dios, según Carlos Estévez, se habían cruzado con la Haricotiza,
una sustancia mucho mejor que las anteriores, y ahora iban a tener el monopolio mundial. Era
el negocio de sus sueños. Carlos Estévez iba a dirigir y gestionar la producción y distribución de
la Haricotiza.
El todoterreno llegó a la puerta trasera del complejo Hermanos Cerdo. Las puertas se abrieron
y el vehículo con Carlos Estévez, Xenia Panchitez al volante y Natalia y Richi en los asientos
traseros, entró en el imponente complejo. Después las puertas se cerraron.
María seguía corriendo campo a través. Pasaron las horas, y empezó a oscurecerse. No sabía a
donde iba a ir, ni a donde podía ir. Sabía que estarían buscándola, así que se preparó para pasar
la noche a la intemperie. Solo tenía una mochila con 4.500.000. € en efectivo y un par de dosis
de Haricotiza que aún le quedaba. Tendría que ser suficiente para pasar la noche.
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María Kinki!
ResponderEliminarVa todo ciclada!!!!
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